Que tus proveedores te ayuden también es parte de tu negocio

A menudo perdemos de vista que para conseguir los resultados no sólo hacen falta buenos precios de compra. En un mercado tan competitivo TODO está ligado. Hay que comprar bien, mantener los costes de explotación lo más bajos que sea posible, ser rápidos y ágiles dando respuesta a nuestros clientes pero además hay que ser capaces de reaccionar ante lo inesperado.

Nosotros hemos aprendido que no se puede ganar en todo y que es necesario que nuestros proveedores estén cómodos trabajando con nosotros. Cómodos obviamente con matices: tiene que ser una relación justa para ambas partes, pero sobre todo nos empeñamos en conseguir que nuestros proveedores nos ayuden a recorrer el camino extra que los clientes piden hoy.

Que seamos más rápidos en reaccionar ante un imprevisto depende en buena medida de la buena voluntad y las ganas de ayudar de tus proveedores. A menudo es algo que va mucho más allá de las marcas comerciales y depende de la actitud de las personas. No podemos exigir rendimientos o ayuda más allá de lo que se firma en los contratos, pero sí podemos hacer que las personas con las que trabajamos -y aquí consideramos a los proveedores como una parte clave en nuestro éxito- se involucren y ayuden a hacer cosas que según el contrato no se podrían hacer en ese plazo. Es por ello que nuestra fidelidad con los proveedores no queda en entredicho por unas condiciones económicas. Los acuerdos obviamente se cumplen. Rompemos con un proveedor cuando no conseguimos que entienda nuestra forma de trabajar. Apostamos por los que apuestan por nosotros.

No queremos ganar el último céntimo. Queremos que nuestros proveedores nos ayuden a seguir creciendo a dos dígitos cada año. ¿Nos ayudas?. Antes de llamarnos, pregúntate si puedes hacer algo más que ofrecer un buen precio.

Los detalles importan. Si ves algo, di algo.

A menudo estamos tan metidos en nuestro negocio, que no vemos todo lo que lo rodea. Muchas veces pensamos que los demás no tienen razón, o que no tienen la visión que nosotros tenemos del negocio porque estamos metidos de lleno haciendo las cosas de la mejor manera que podemos o sabemos hacer, pero es una cura de humildad ver que los clientes van a menudo más rápido que nosotros, y que podemos aprender de ello.

En una de nuestras tiendas, www.todoauriculares.com, el teléfono de contacto es un movil. Un Smartphone (Iphone) es el terminal que está tras el servicio de atención al cliente. En general se reciben pocas llamadas, y muchas más peticiones de información por email. Cuando planteamos cómo atender mejor a los clientes pensamos en el email, en twitter, en facebook, y -como no- en el teléfono de atención al cliente. Pues bien, hoy nuestros clientes nos han adelantado por la derecha y reclaman atención a través de WhatsApp!, y hemos comenzado a recibir insistentemente mensajes pidiendo información también por este medio.

No nos parece mal y desde ya mismo sistematizamos también como medio de atención para nuestros clientes esta vía, gratuita e inmediata de comunicar con ellos, pero es curioso ver cómo a menudo los clientes van más deprisa que las empresas.

Recogemos el guante e intentaremos que otras alternativas como skype, o Facetime también sean formas de comunicar con nuestros clientes en breve. No es un problema el cómo, sino que nuestro foco es atender al cliente de la manera que mejor le convenga. Eso es en lo que vamos a trabajar, en eliminar las barreras de acceso de nuestros servicios. Sólo así seguiremos siendo competitivos, llegando hasta donde muchos otros no lo hacen.

En el sistema de transporte de Nueva York es habitual ver carteles como este: «Si ves algo, di algo. Sospecha de cualquier cosa desatendida». Pues bien, esto debería ser una máxima de trabajo para cualquier empresa que quiera atender bien a sus clientes. Ellos lo utilizan para su seguridad, pero las empresas deberían emplearlo para sus mejores prácticas y la detección de nuevas oportunidades.  Atendamos esas peticiones, veamos esas oportunidades. Es rápido, barato y nos saca de nuestra rutina, permitiendo una mayor y mejor visión de cómo los demás nos ven. Nosotros hoy hemos aprendido que nuestros clientes quieren más vias de contacto con nuestra empresa.

Le llaman amor, pero era sexo. Algunas veces hay que cambiar de proveedor.

Desde el comienzo de las actividades de nuestra empresa siempre hemos defendido que mantener una buena relación con los proveedores es clave para el crecimiento de una startup. Creemos en ello, pero cuando alguien en quien depositas tu confianza no funciona, hay que tomar decisiones y hay que tomarlas rápido.

A nosotros nos ocurrió hace unos meses. Algunos de nuestros principales proveedores simplemente no estuvieron a la altura de lo que cabía esperar de una relación comercial de confianza. Podríamos decir que alguno no estuvo a la altura de lo que debería ser una simple relación comercial. La reiteración en las formas, llevó necesariamente a buscar alternativas.

En los tiempos que corren, con la que está cayendo, una empresa -sea nueva o consolidada- no puede permitirse el lujo de no contar con proveedores implicados en el desarrollo de su negocio. Si no aportan valor a la cadena, son prescindibles, no parte de la actividad.

No puedes depender de un banco que no está por la labor de facilitar la actividad (ni siquiera les pedíamos dinero, menos mal), ni de un proveedor que no se esfuerza en comprobar cómo está la competencia posicionada para actuar. En ambos casos, toca cambiar. Todavía es más interesante el caso de un proveedor que no sabe después de dos años de trabajo juntos que no necesitamos reunirnos físicamente con él para tratar «cuestiones importantes» (creemos que el teléfono, el correo y la videoconferencia existen desde hace tiempo). Si no nos conoces en este tiempo, seguramente ya no llegarás a conocernos.

Estamos convencidos de haber tomado las decisiones correctas, ahora sólo hace falta que el tiempo ponga a prueba a nuestros nuevos partners y comprobemos resultados.

Uno de mis socios dice que si sólo es sexo, se consigue incluso pagando. El amor no se compra.