Me encanta la definición alternativa, la del «internet de todas las cosas» porque muy pronto casi todas las cosas que nos rodean serán generadores de datos que serán recopilados, procesados y presentados de forma conveniente para el usuario final o para los fabricantes o integradores. Lo que está claro es que la idea de «escuchar lo que nos dicen las cosas» no consiste en recopilar datos sin más, sino en aplicar lógicas que permitan que esos datos -que antes a menudo no se podían procesar- nos den un valor que de otra forma se perdía.
Hay un punto en el que todo esto comenzará a tener sentido, y probablemente venga de la expansión de la llamada de emergencia en los coches, que comenzará a ser obligatoria muy pronto para los vehículos que se matriculen en la Unión Europea, pero también es probable que la agricultura, la producción y consumo de electricidad y la cada vez mayor sensibilidad al coste que tienen los usuarios debido a los años de crisis, hagan que se extienda el uso de estas tecnologías.
No creo que estemos lejos de necesitar que una pantalla grande -por ejemplo la del televisor- nos resuma los datos que afectan a nuestra vida y al uso de los objetos conectados antes de salir de casa. Google ha dado un paso de gigante con aplicaciones como Google Now. No es descabellado pensar que aplicaciones como esa se integren en nuestra vida a través de una pantalla grande para darnos información local y además detalles del IoT de nuestra casa.