Internet de las cosas (IoT)

Me encanta la definición alternativa, la del «internet de todas las cosas» porque muy pronto casi todas las cosas que nos rodean serán generadores de datos que serán recopilados, procesados y presentados de forma conveniente para el usuario final o para los fabricantes o integradores. Lo que está claro es que la idea de «escuchar lo que nos dicen las cosas» no consiste en recopilar datos sin más, sino en aplicar lógicas que permitan que esos datos -que antes a menudo no se podían procesar- nos den un valor que de otra forma se perdía.

Hay un punto en el que todo esto comenzará a tener sentido, y probablemente venga de la expansión de la llamada de emergencia en los coches, que comenzará a ser obligatoria muy pronto para los vehículos que se matriculen en la Unión Europea, pero también es probable que la agricultura, la producción y consumo de electricidad y la cada vez mayor sensibilidad al coste que tienen los usuarios debido a los años de crisis, hagan que se extienda el  uso de estas tecnologías.

No creo que estemos lejos de necesitar que una pantalla grande -por ejemplo la del televisor- nos resuma los datos que afectan a nuestra vida y al uso de los objetos conectados antes de salir de casa. Google ha dado un paso de gigante con aplicaciones como Google Now. No es descabellado pensar que aplicaciones como esa se integren en nuestra vida a través de una pantalla grande para darnos información local y además detalles del IoT de nuestra casa.

Un equipo

Trabajo en equipo. Pocas cosas más pueden marcar la diferencia en una empresa con miles de empleados y gran cantidad de recursos que la capacidad para generar equipos con confianza, empatía y suficiente automotivación como para ir un paso más allá de lo que se espera.

Se necesita una dirección. Un liderazgo claro que permita que las ideas se conviertan en caminos hacia el mercado y los caminos a mercado en productos de suficiente calidad. Pero también se necesita  un equipo de personas que crean, que confíen en su dirección y que den todo cuanto sean capaces de dar para que las cosas ocurran. No sirve de nada un plan si no se puede ejecutar.

La diferencia entre los que diseñan los planes y los que los trasladan al mercado nunca ha sido tan pequeña. En un mercado competitivo, sólo las empresas que puedan implicar a las personas, delegar responsabilidad a los equipos y acortar los tiempos de llegada al mercado con productos de calidad a un precio competitivo sobrevivirán.

Me encanta el nuevo anuncio de Nike. Representa exactamente eso. Juntos.

¿y si lo que parecía una locura finalmente funciona?

Si funciona, todo el mundo estará en fila aportando su granito de arena al éxito. Desde el que no se atrevió a plantear una alternativa a la única idea que se presentó, hasta el que se apuntará el tanto de decir que siempre te apoyó a pesar de que no lo vió claro nunca.

El éxito tiene muchos dueños siempre, pero los fracasos normalmente acaban huérfanos. Nadie nos va a recordar por nuestros errores, pero todo el mundo está dispuesto a añadir una línea al CV en la que ponga «inventor del P.D.M» (plan de dominación mundial) de los locos que se pusieron desde un trastero a vender taladros hace cinco años.

Acabaremos el año vendiendo un 50% de nuestra cifra de negocio fuera de España. Además conseguiremos crecer de 2013 a 2014 más de un 50%.

Son cifras que señalan que crecemos en España y sobre todo crecemos mucho fuera, lo que sin duda marcará el arranque de nuestro cambio de talla empresarial. En 2015 y 2016 tendremos más recursos y la empresa crecerá. Ahora el límite siguiente es imaginar a dónde queremos llegar, trazar un plan y pelearlo a muerte. Y comenzar una nueva locura, pero ya con otra talla.